Dicen que lo único constante en la vida es el cambio. Son muchas las circunstancias que cambian en la vida y que presentan retos constantes. Esto es algo fascinante ya que nos pone frente a la amplia capacidad de adaptación que tenemos y que a veces no nos damos cuenta de ella.
Tratando de repasar momentos de la vida, encuentro tres tipos de cambios o transiciones: a) las que se presentan en forma natural, b) las que nos obligan a hacer por decisiones de otros y c) las que provocamos. Si bien cada una nos puede generar sensaciones diferentes, todas las podemos enfrentar de la forma en que escojamos. Para explicar esto, les comparto una situación que aborda los dos últimos tipos de transiciones mencionados antes.
A un poco más de quince años de trabajar en la misma empresa, inicié con la inquietud de buscar opciones fuera de la misma. La empresa en que estaba me encantaba, me hacía sentir como en la casa, pero de pronto sentía que ocupaba nuevos retos y nuevas oportunidades de crecimiento, necesitaba un cambio. Recuerdo perfectamente como busqué en diferentes industrias y en variadas funciones, hasta que llegó una oportunidad que no solo no podía dejar pasar, sino que fui seleccionado para la misma.
El cambio lo busqué y logré hacerlo. La sensación fue la misma que se siente cuando una persona deja su casa y su familia, para ir a buscar nuevos, mejores y retadores horizontes. Todos mis objetivos en aquella nueva aventura se cumplieron; crecí, aprendí y sobretodo, asumí retos muy grandes. Sin embargo, mientras vivía mi mejor momento profesional, vino una nueva situación de cambio, esta vez no planeado, sino que alguien lo decidió por mí. Así que un poco menos de cinco años después de haber gestionado una transición deseada, me tocó asumir un cambio no planificado.
Verme en ese momento no fue fácil, había mucho en juego. Pero como no estaba bajo mi control, pues tuve que asumirlo. Sin duda pasé momentos complicados, pero en algún momento escogí como quería enfrentarlo. Lo enfrenté de forma muy similar a lo que había hecho hacía unos años, lo tomé como una gran oportunidad.
En ese momento y por lo últimos casi cuatro años, he podido ver como mi experiencia, mis habilidades y capacidades han florecido para lograr mis objetivos. Hoy sin duda, vivo un momento profesional muy diferente, pero con el mismo criterio de oportunidad, enfrenté una transición que no busqué, que no quería, y de la misma logré extraer aprendizaje, crecimiento y retos inmensos. De dos transiciones de naturaleza diferente, logré sacar los mismos logros.
Resalto que todos podemos escoger como asumimos las transiciones, eso es fundamental. Sin embargo, el conocimiento de uno mismo, de lo que nos gusta, de los que sabemos hacer, de lo que nos hace sentir exitosos, de nuestras fortalezas y oportunidades de crecimiento, estos son solo algunos de variados aspectos que hay que abordar como parte de un proceso de transición. Pero eso lo haremos en otros momentos.
¿Ha atravesado alguna situación de este tipo en su vida? Nos encantaría conocer de su historia.