Al final del día de ayer se encendió una luz de esperanza en el mismo momento que se apagó una vida.
Se siente un fuerte dolor cuando se pierde a alguien, cuando se nos adelantan, y más aún cuando su partida es debida a una enfermedad grave como el cáncer. Esta enfermedad, que se presenta en tantas formas, ha sido la responsable de cambiar la vida de muchas personas, no solo de aquellos que tienen la enfermedad, sino que de quienes les acompañan, familiares o amistades cercanas.
Hoy es uno de esos días, donde el corazón se siente pesado. La muerte provoca eso y más cuando se sabe todo lo que comprende la vida de aquella persona que se fue. Víctima del cáncer se truncó una vida llena de proyectos e ilusiones. Es uno de esos días en los que no se puede evitar recordar a todos los que han estado cerca que también fallecieron luego de luchar contra la enfermedad.
En nuestras vidas sin duda enfrentaremos muchos retos, algunos se logran sobrepasar, otros no. Uno de los retos más grandes se da en el momento en que el resultado de un diagnóstico desfavorable es entregado, es ahí cuando muchas vidas cambian e inmediatamente inicia una lucha titánica por vencer el cáncer.
Reconozco esto, ya que hace un poco más de 10 años tuvimos la experiencia de un diagnóstico no favorable y escuchamos la palabra cáncer en referencia a mi esposa. Con las preocupaciones e incertidumbres asociadas, vivimos un largo periodo de casi seis años hasta que se logró vencer la enfermedad. Fuimos de los afortunados al lograr revertir un diagnóstico.
De los aprendizajes más grandes que nos dejó aquella situación, fue que podemos escoger como afrontar la situación. Nuestra lucha titánica inició y se mantuvo, aferrados a una gran esperanza, una inamovible fe y una poderosa ilusión. Conocíamos los escenarios probables y la ruta que debíamos caminar, sin garantías enfrentamos la situación y recorrimos el largo camino. Al final encontramos un resultado que bien pudo ser diferente, pero desde un inicio decidimos como afrontar el monumental reto.
En el dolor que se siente en un día como hoy, no puede quedar solo en la desazón. Quisiera igual encender una luz de esperanza, esa luz que guíe a quienes deben rehacer la vida sin la persona querida que se fue, que de fuerza a quienes están luchando por vencer un reto tan grande y para los que ya pasaron por esto, que bien sabemos que garantías no hay.
Rebecca es esa luz de esperanza que alumbrará el camino de muchos. Esa misma luz que aun alumbra en mi vida, en la memoria de Andrés y Yalile. Luces todos que alumbraron el paso de Paulina, Alberto y Peter, por sus caminos a la recuperación. Luces brillantes que guiarán a todos los que luchan y lucharán por lograr llegar a sobrepasar ese reto.
Encenderé una vela en memoria de quienes se nos adelantaron, agradecido por el ejemplo que nos dieron y seguro que nunca debo olvidar.